Carmela
García.Madrid. "No pisar el césped"
José Miguel Cortés
Los trabajos de Carmela García nos ayudan a entender como la distribución
de la ciudad está dotada de un carácter de género
que debe ser entendido como una composición coreográfica
en la que distintos sectores se relacionan en un espacio que es construido
y representado a través de las implicaciones sociales producidas
por la mirada y el movimiento, en cuestiones tales como: sujeto/objeto,
activo/pasivo, actor/espectador, masculino/femenino...,todo un conjunto
de configuraciones binarias que la mirada establece históricamente
y que por tanto pueden ser cuestionadas y desestabilizadas.
Por este motivo es muy interesante observar la manera en que Carmela García
nos muestra su deseo de ocupar la ciudad, de apoderarse de los espacios
en que los cuerpos están inscritos, de apropiarse de las miradas
y de su dirección. Sus obras consiguen desestabilizar tanto el
espacio en el que se encuentran los individuos como la percepción
hegemónica que se tiene de ellos.
En el video "No pisar el césped" escuchamos la propia
voz en off de la artista avisándonos que "los mapas, los lugares,
las ciudades, somos nosotros". Y es cierto, ya que la ciudad, con
su particular disposición espacial, proporcionan el orden y la
organización de la convivencia; es el medio por el cual la corporeidad
es social, sexual y discursivamente producida. El espacio se limita, se
jerarquiza, se valora, se cambia, y las formas que se utilicen para ello
afectan a la manera en que se experimenta el medio urbano y a cómo
el sujeto ve a los otros. El espacio no es un mero escenario en el que
de vez en cuando ocurren cosas, sino el resultado conjunto de la acción
y del discurso de los diferentes sectores sociales; tampoco es algo inerte,
sino un proceso en cambio permanente y un lugar significativo en la construcción
de la identidad. la forma y la estructura de la ciudad orientan y ayudan
a organizar las relaciones familiares, sexuales y sociales, co-producen
el contexto en el cual las reglas y las espectativas sociales se interiorizan
en hábitos para asegurar la conformidad social.
La ciudad es básicamente, un conjunto de identidades que se suman,
se confrontan o viven de forma más o menos aislada unas de otras.
Conocemos que el cuerpo es el lugar donde se localiza al individuo, aquello
que establece una frontera entre el yo y el otro, tanto en el sentido
personal como en el físico, algo fundamental para la construcción
del espacio social. Igualmente sabemos que el espacio no es algo dotado
de propiedes meramente formales, que no es algo preexistente ni vacío
de significado. Es el cuerpo, pero no un cuerpo genérico sino uno
definido y concreto (en el caso del vídeo los de Sophie, Luciana
y Carmela), con sus experiencias y sus capacidades de acción o
sus energías, el que crea y produce el espacio; al tiempo que es
producido por él en un marco histórico y temporal específico
que en cada momento establece las pautas de comportamiento. En este sentido,
no deberíamos olvidar que los espacios surgen de las relaciones
de poder, las relaciones de poder establecen las normas; y las normas
definen los límites, que son tanto sociales como espaciales, porque
determinan quien pertenece a un lugar y quién queda excluido.
Así, la configuración de la ciudad revela, a todo aquel
que esté atento, que el espacio se califica en función del
cuerpo mediante un conjunto de pistas, trazos y huellas que hablan de
acontecimientos políticos, sociales y culturales que ayudan constantemente
a conformarlo.
*Texto
escrito para el catálogo de la exposición "Cartografías
disidentes" organizada por SEACEX. |